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Audiopoemas de Manuel Gutiérrez Nájera | Poesía para escuchar

Poemas de Manuel Gutiérrez Nájera leídos en voz alta. Esta ¨Lista de reproducción¨ de Youtube, es literalmente, una colección de audiopoemas de Gutiérrez Nájera, es una versión en audio de la poesía del poeta exicano, podemos decir, pues, que se trata de un audiolibro de la poesía del Duque Job. Se las dejamos
 y que la disfruten: 

  





Agregamos acá un enlace para una lista de audiolibros de poesía que de esta misma manera están publicados en Youtube y que nosotros hemos agrupado en Listas de reproducción para que ustedes puedan gozar de los audiolibros de forma ya sencilla, con sólo un click:







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A mi madre, Manuel Gutiérrez Nájera

Manuel Gutiérrez Nájera A MI MADRE ¡Madre, madre, si supieras  cuántas sombras de tristeza                                     tengo aquí!  Si me oyeras y si vieras  esta lucha que ya empieza                                    para mí. Tú me has dicho que al que llora  Dios más ama; que es sublime                                      consolar: ven entonces, madre, y ora;  si la fe siempre redime,                                      ven a orar. De tus hijos el que menos  tu cariño merecía                                     soy quizás;  pero al ver cual sufro y peno has de amarme, madre mía,                                      mucho más. ¡Te amo tanto! Con tus manos  quiero a veces estas sienes                                        apretar! Ya no quiero sueños vanos:  ven, oh madre, que si vienes                                     vuelvo a amar. Sólo, madre, tu cariño,  nunca, nunca, se ha apagado            

En el hogar, Manuel Gutiérrez Nájera

Manuel Gutiérrez Nájera EN EL HOGAR Hay bajo el techo de mi hogar tranquilo,  donde nunca penetra la tristeza,  un ángel de virtud cuya cabeza  la nieve de los años coronó:  él es el astro que mi vida alumbra,  él es el tronco que me presta arrimo,  él es el árbol cuyo fruto opimo  mi inteligencia en la niñez nutrió.  Son blancos sus cabellos y parecen  espejo de su límpida conciencia,  su mirada revela la clemencia  y sus labios se entreabren para orar.  Si él está allí, serénanse las penas  y vuelve al pecho la amorosa calma;  si él está allí, no hay dicha para el alma  como la dicha santa del hogar.  Hay tanta mansedumbre en su semblante  y es tan santa y tan pura su enseñanza  que renace en el pecho la esperanza  sus frases apacibles al oír.  Nunca el enojo con severo ceño  turba su frente de quietud tranquila,  y parece que guarda su pupila  el lontananza azul del porvenir.  Son sus consejos el timón seguro  que dirige